María feliz... Nunca se imaginó
tanta maravilla en sus brazos.
El NIÑO sugiere comida, llora ...
José la observa y
cada día se siente más orgulloso
de ESA MUJER.
Sonriente,
ella ofrece su pecho
con la indecible ternura
de toda MADRE.
La historia madura se desgajó
en realidad suprema.
ELLA se colma de gozo
ante la mirada casi absorta
de SU NIÑO.
Siente el bálsamo tibio que baja por sus venas,
bendición de Dios,
para el HIJO.
¡ LO MIRA AGRADECIDA...!
Es el comienzo del incondicional
" ¡AQUÍ ESTOY! "
que habrá de repetir a lo largo
de 33 difíciles años.
Las tres miradas se unen
y ya nadie, jamás,
podrá separarlos.