se desmembró en relatos,
mientras yo exhalaba
para ocultar mi regocijo.
Era mi más admirado escritor.
Pronto adivinó mis claves.
Dominó la conversación,
henchido y sabio.
Ganó escenario.
Supo de mi "escucha en calma".
¡Se satisfizo!... sonrió...
¡Ya no está, lo recuerdo!
El silencio es denso
sin su palabra.
Constato el estallido sutil
de su poesía.
Me provoca y atrapa.
Miro el cielo.
Eternamente se verá su esplendor,
el remanso
donde anida su tibio secreto.
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