Se deslizan sin cadenas
como en fértil llano abierto
y ofrecen en paso lento
la más sutil de las danzas.
Mientras muere la esperanza
de ver el jardín florecidoy el pájaro alista su nido...
Y lo hace con fino encanto;
sabe que será el remanso
para sus hijos chiquitos
¡Y viene y va y en su piquito
lleva hojas y palitos
para alfombrarlo mejor.
También la mirada absorta
llega a la vida humana
que en lucha cotidiana
se cubre de tenue misterio:
¡Aroma dulce de tortas
o de una sopita liviana!
Verduras y frutas sanas;
crocantes tostadas...café...!
Bella lámpara de pie
y muy cerca un buen sillón
que invita a la reflexión
después de sabia lectura.
Y el sueño que nos apura
por ir temprano a la cama
y soñar con la mañana
como feliz aventura que,
en familia, se programa.
¡El otoño!
Imperio de la delicia;
de plácida convivencia
que deja bullir la esencia
del árbol en su interior.
Es esa perfecta flor
que nacerá en primavera
si en nuestra paciente espera
le ofrecemos el calor
que aumentará su vigor
como si en selva viviera...
¡Otoño!
contemplativa calma,
se ve, se siente, se palpa
desde los pliegues del alma.
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