Que en cada ser, se hace verdad el proyecto divino, a veces sumado al nuestro y otras veces no.
Él da los dones como semilla y nosotros fertilizamos con esmero, cuidado, trabajo, perseverancia y gratitud.
Le damos forma, colores, semblanzas y acompañamos con actitud.
Se hacen elocuentes cuando nuestra tarea se hace oración y solidaridad.
En cada veta, en cada pincelada, cada pentagrama o palabra, se hace arte cuando le imprimimos amor en el silencio de la invención activa.
Al ser arte, se torna encuentro, camino, luz fecunda, fortaleza, esperanza y sueños.
Y en un círculo virtuosamente compartido vuelve a ser semilla, para bien de otros y del universo.
Cuando crece lento, suele ser tan bello como el roble, de altiva estampa, porque crece despacio, fuerte, y acepta que Dios le imprima los cambios: del verde al naranja, al rojo, al cobrizo, al marrón...permite que el Creador juegue a pintarlo
y dé a sus hojas la forma más bella. Está abierto al cambio, dócil a SUS MANOS, tierno de corazón embelleciéndose como una vela cuando Él la enciende con el fuego del Espíritu.
HACER ARTE, es trasmitir los dones de Dios para sembrarlos en otros seres y en noble ternura, quizás comienza a activarse el don de sí, el divino don de darse para encender el don recíproco en el alma ajena.-
¡BLESS YOU!
No hay comentarios:
Publicar un comentario