¡Cómo quisiera MADRE INMACULADA
compartir ese vientre tibiecito que tanto acaricias,
(ya agotada pero inmensamente dichosa)
tan sólo por sentir
LA PRESENCIA SANTA DE TU HIJO!
danzando mansamente.
danzando mansamente.
Que tu fecundidad convoque
a la verdadera dinámica
de mejores costumbres y valores
para bien de todas las madres,
violadas, maltratadas, ignoradas
en todo el universo.
No hay urgencia mayor, Madrecita,
que este dolor, por tanta violencia,
que provoca sufrimientos
tan profundos como inimaginables.
¡Te aclama la iglesia y pide tu intercesión!
Para que también estos seres pequeñitos
que llevamos en nuestro vientre,
desde el vientre mismo
¡sean bendecidos " como frutos nuevos
en torno a nuestra mesa..."
Amén
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