OTRA VEZ SOLA, EN CARILÓ.
Las dunas de la playa, arreaba el viento...
y el mar ondulaba su lomo
en contrapunto;
proximidad y fragancia de "otras aguas"
resplandor cuajante de rayos
y tumulto...
Se alzó en remolino todo lo suelto,
rechinaron los pinos
su misma pena,
se desató la ira y el tormento;
y ella, inerte,
sentada en la arena
resistió el engaño y la ironía
como pacen tranquilas
las bestias en la pradera.
Se tupieron las primeras gotas
en latigazos de lluvia,
a manos llenas.
Y entendió
que ASÍ ES LA VIDA.
Ya en soledad,
irrumpió en llanto
por tanta afrenta.
Y así quedó,
en quietud,
contemplativa.
Igual que el cielo
después de la tormenta.
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