Para sentir calor de HOGAR en una casa, no es necesario apartarla del mundanal ruido ni inventarle un recodo distinto, adonde nadie pueda llegar.
No es sólo vivir juntos padres, hijos, abuelos...
Sino que su realidad humana la constituya una atmósfera cordial, espiritual, impregnada de gozo, respeto, honestidad, confianza, seguridad.
Todos esos valores reunidos abrazan las relaciones y la fraternidad.
Sin reservas ni reticencias.
sí preferencias y predilecciones ante otros,
es el amor filial, paternal, la comprensión,
que los une en la veneración del parentesco, la proximidad, el afecto...
En realidad,
tantos valores como la cortesía, las gentilezas, el respeto,
son imprescindibles en todo orden de convivencia,
sea en la familia, en la oficina o taller, en el senado, en la calle,
en instituciones intermedias, en los partidos de fútbol y todo deporte...
"LOS CHOQUES",
no serían tales, serían diluídos por la camaradería.
Quienes pueden vivir este "sentir"
son personas educadas en la paciencia, la tolerancia, la misericordia,
el saber que "el otro" puede estar viviendo un momento difícil,
comprenderlo y acompañarlo de cerca, protegerlo, hablarlo, abrazarlo,
son soluciones mágicas que logran centrarnos
en el verdader AMOR.
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