De raíces tanas y alemanas,
de savia peregrina,
llegaron a esta tierra
y fueron florecidas.
Ni vientos, ni heladas
ni tórridos veranos
o el peso de humedales
les quitaron fuerzas.
Especies nutridas,
resistentes, tiernas.
A sombra y media sombra,
a sol y resolana,
mostraron sus flores sin recesos,
sin más apoyo
que un verde muro de esperanzas
que jamás abandonaron.
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